domingo, 13 de septiembre de 2009

Amorosa soledad


Sentada en el sillón de mi dormitorio, en posición de india, con el piyama de mi abuela puesto y la notebook que tanto te costó comprar en mano, me puse a pensar sobre la soledad… no aquella soledad de la que he hablado que ataca y atemoriza, sino una soledad distinta: esa que te deja respirar, esa que no te obliga a nada, esa que está pero no está en todo sentido…
Pensé en un adjetivo calificativo para la soledad que sentía felizmente pegando saltitos en piyamas, medias y con cara lavada a través del pasillo con piso parqué recién realizado y vino a mi mente la película amorosa soledad y me dije que ese adjetivo era adecuado. “Amorosa”, palabra derivada de la palabra amor… o sea que se puede estar bien sola teniendo amor, ese amor a mi gusto tiene que provenir de una pareja, de la familia, de un pilar tan importante como los amigos, pero sobre todo de uno mismo; es complicado no sentirse solo estando solo, pero uno debe saber que es un estado similar a ese juego tan excelentemente descripto por Sigmund Freud al hablar de lo que significaba la ida y vuelta de la madre para un pequeño bebé: el Fort-da, el juego del carretel, la simbolización de la ida-vuelta. Hay una canción que refiere también a este tema y tiene una frase que dice algo así: “aunque no lo veamos, el sol siempre está”. He aquí que aceptando esto, somos nosotros los que disfrutamos la soledad, la valoramos, sabiendo que no estamos solos…

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