viernes, 27 de marzo de 2009

A oscuras...

Hay días en los que uno evidentemente se levanta con el pie equivocado...
Restos del día anterior probablemente interfieren en el mal sueño y en la tensión acumulada en esas pocas horas de "descanso". Uno se cansa de la explotación, de que sus actos no sean valorados, su trabajo gratificado y su labor humana reconocida...
A esto se le suma vivir cosas no muy felices, no vistas en años de teoría y práctica; será por empatizar extremadamente con toda tensión que se cruce en su camino? Lidiar con el sufrimiento humano es complicado y me preguntaba justamente hoy a la mañana: "si uno no tiene un buen día: qué hacer, quién lo sostiene a uno?".
Sentís impotencia, sufrimiento, ganas de llorar, ganas de luchar, ganas de dejarte abandonar...
Optás por seguir trabajando porque otra opción no te es posible y das por terminado el día por la tarde, cuando milagrosamente terminaste tu jornada laboral.
Taparte hasta la cabeza,
bajar la persiana,
"ahogar" la cara con tu almohada,
apagar el celular,
desconectarte de la tecnología,
ponerte el piyama (aunque sea solo una parte de él para estar más cómoda)
y dejar fluír tus sentimientos:
llorás hasta sentir que te desahogaste
gritás simulando que tus quejas van a ser escuchadas y las personas que extrañás anoticiadas
te quejás soñando (obvio que no en estas circunstancias porque esperanzas son las que te faltan) que algún día cambiarán las cosas...
Por cuestiones de fuerza mayor (y algún vicio que toca tu puerta) tenés que salir a la calle:
apenas agregás una prenda a tu piyama,
tu pintura está corrida con lágrimas marcadas, pero optás por taparlo con unos lentes de sol, aunque sea de noche.
No te importa combinar la ropa,
no te importa estar despeinada,
no te importa ser hoy, la que habitualmente no sos...
No te importa no ser la supermujer, ni la coqueta Miss Combinación del año.
Se complica el camino, no está lo que buscás, te conformás con unos puchos y seguís buscando lo que buscabas...
Tampoco te importa que la gente te mire como si estuvieras loca,
que los coches estén a punto de pisarte porque estás distraída pensando en cualquier otra cosa menos en la señal de tránsito.
Un viejito del locutorio te saca una sonrisa, cuando pícaramente quiere cargar una tarjeta de celular y no sabe ni lee su número telefónico; lo ayudás con esta tarea por más que esto te implique delatar tus lágrimas al sacarte los lentes para poder leer...
Volvés a tu casa, queriendo que el día termine y rogando por un camino más pacífico, y te ponés a escribir...
Lo único que hoy sabés con certeza, es que tenés un día triste y te encantaría que algo o alguien con una barita mágica, pueda cambiar este estado, pero como sos muy de tener los pies sobre la tierra y tendés a la sobreadaptación, sabés que esto no es posible y como pudiste sola muchas veces, tendrás que hacer lo propio en esta ocasión...

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