domingo, 19 de octubre de 2008

Se empezó a sentir inquieta, su corazón latía fuerte e imágenes fugaces (pero a la vez claras) se atrevían a proyectarse en su cabeza: horas y horas se habían transformado en minutos sumado a besos que se transformaron en caricias, miedos que milagrosamente eran resguardados eran los elementos que colaboraban con su estado.
Degrababa las charlas y llegó a la conclusión de que había depositado varias cosas de ella en ese ambiente: además de su lado gracioso (que seguramente es el costado más fácil de mostrar) había develado algunos gustos, su vergüenza, sus temores, su extrañeza a lo totalmente nuevo…
Su corazón seguía con las pulsaciones elevadas y sin embargo tenía la esperanza que debido a varias cosas y actitudes que la habían hecho sentir bien, de poder recordarlo todo con una ansiedad simpáticamente extraña (apoyada en ese territorio nuevo descubierto) y con una sonrisa en sus labios

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